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Ante la propagación del covid-19, el presidente Iván Duque ordenó cerrar los colegios de todo el país desde el lunes pasado hasta el 20 de abril, con la posibilidad de que se prolongue dependiendo de cómo evolucione la pandemia.


En total, son cerca de 10 millones de niños de entre los 5 y los 16 años que dejan de asistir al colegio con esta medida y, por lo tanto, millones de padres se enfrentan a varias preguntas y preocupaciones, pero la que atañe a este artículo es ¿qué hacer con los hijos encerrados en casa durante casi un mes? 
Aunque hasta el momento no se ha declarado en el país una cuarentena como la que viven Italia y España – en la que no se puede salir a la calle, con algunas excepciones muy específicas–, la verdad es que si esta medida se toma es para que tenga un efecto real en la propagación del virus. Eso significa evitar el contacto con la mayor cantidad de personas posibles, de ahí la tendencia a quedarse en casa. 

Según el anuncio del Gobierno, durante la semana que pasó y la próxima, las instituciones educativas deberán adelantar planes de contingencia para hacer las clases virtuales o a distancia. Esto significa que los padres deberán encargarse de que sus hijos sigan en casa las instrucciones que los docentes les envíen a los niños, niñas y adolescentes, además de que no se aburran durante el tiempo que estén en casa.

Empatía
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A cuidar la cabeza
Más allá de que esta decisión implica una serie de retos logísticos enormes, hay un factor general y es que el encierro puede tener consecuencias en la salud mental de nuestros niños y, claro, de los adultos también. 

Ana Rita Russo, psicóloga clínica de la Universidad del Norte y directora de Pisotón, programa educativo de desarrollo psicoafectivo para la infancia, explica que las ansiedades que más experimentan los niños están relacionadas con la sensación de encierro, y esta a su vez desencadena múltiples emociones y reacciones a los que se debe estar atento. 

“Es importante que los padres se encuentren informados, que manejen los estados de incertidumbre e indefensión frente a la crisis, que reconozcan sus emociones de tal forma que puedan sostener las expresiones de los niños, quienes de por sí requieren de mayor explicación para entender la pandemia y las prevenciones frente a ella”, señala la experta, y explica que los niños son autorreferenciales, por lo que muchas veces no logran entender que estas son acciones del presente para prevenir un futuro, más aún cuando en sus primeros años son más motores y activos que reflexivos.

La psicóloga dice que lo primero es conversar con los hijos, explicar de manera clara y al alcance de los niños y niñas las razones de esta medida. En segundo lugar, hacer acuerdos de lo que se va a hacer en la casa, cómo se va a hacer y para qué. Y, por supuesto, mantener a todos ocupados.

Comida chatarra
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Organicémonos
A los padres a los que sus empresas les permitieron teletrabajar, se les aconseja hacer horarios conjuntos, es decir, “mientras los hijos reciben clase, los padres hacen su trabajo; acuerdan momentos de descanso al mismo tiempo y allí se cuentan lo que cada uno estuvo haciendo, toman la merienda o el almuerzo y, si les es posible, un juego o acto recreativo”, aconseja Russo.

Neila Díaz, psicóloga de la Universidad de La Sabana, lo explica de la siguiente forma: “Haga con su hijo una lista de actividades para desarrollar durante el día. Si es un padre que tiene que teletrabajar, muestre las franjas de horario en las que podrán jugar o descansar. Se debe asegurar de que por lo menos haya dos franjas en la mañana y dos en la tarde, de forma que el niño también sienta la compensación del hecho de estar en casa junto con usted. 

Póngale actividades en un horario de manera que el niño las pueda ver y que cuando usted esté trabajando le muestre a él lo que sigue; eso va a visualizar lo que va pasando en su día a día”. 

Sin duda, señalan ambas expertas, se debe ver este momento crítico como una oportunidad para compartir más tiempo con los hijos y aprovechar para ser más partícipes en su formación. Por ejemplo, Díaz explica que es el momento perfecto para desarrollar la autonomía, enseñarles a los hijos a que se autorregulen. 

“Es diferente si es un niño de 5 a 6 años, de 7 a 9, un adolescente de 12 a 14... cuanto más pequeños los niños, más necesaria va a ser la ayuda de los padres, pero la idea es dejar que se vistan solos, que arreglen el cuarto, que hagan tareas ellos solos…”. 

La psicóloga lo resume diciendo que se trata de permitirles a ellos dar el máximo y hacer lo que más puedan solos, no enojarse porque no pueden, solo darles tiempo. 

“Antes tenían que correr para llevarlos al bus o al colegio, ahora tienen el tiempo para que se pongan los zapatos, es hora de que los pequeños aprendan acciones de autocuidado, y así una serie de tareas que pueden aprender estando acompañados por los adultos”.

Entonces, la organización del tiempo es clave como una estrategia que servirá para que cada uno pueda hacer sus respectivas labores; además, aprovechar este tiempo para disfrutar más con los hijos y fortalecerles ciertas habilidades. 

Sin embargo, no será fácil pues hay una diferencia: el tiempo académico como está organizado es menor que el laboral, por lo que en la tarde se deben tener actividades lúdicas, momentos para ver televisión y espacios de conversación.

EL TIEMPO

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